Jueves, 28 de Marzo 2024
Suplementos | Cuarto Domingo de Adviento

Se ha revelado el misterio

Siendo omnipotente, Dios apareció débil; siendo infinito, se dejó ver limitado; siendo inmortal, vino al tiempo y a la historia para poder morir y redimir a todos los pecadores

Por: Dinámica pastoral UNIVA

«Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho». WIKIPEDIA/«La Anunciación», de Bartolomé Esteban Murillo

«Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho». WIKIPEDIA/«La Anunciación», de Bartolomé Esteban Murillo

LA PALABRA DE DIOS

PRIMERA LECTURA

2Sam. 7, 1-5. 8b-11. 16.

«Tan pronto como el rey David se instaló en su palacio y el Señor le concedió descansar de todos los enemigos que lo rodeaban, el rey dijo al profeta Natán: “¿Te has dado cuenta de que yo vivo en una mansión de cedro, mientras el arca de Dios sigue alojada en una tienda de campaña?” Natán le respondió: “Anda y haz todo lo que te dicte el corazón, porque el Señor está contigo”.

Aquella misma noche habló el Señor a Natán y le dijo: “Ve y dile a mi siervo David que el Señor le manda decir esto: ‘¿Piensas que vas a ser tú el que me construya una casa, para que yo habite en ella? Yo te saqué de los apriscos y de andar tras las ovejas, para que fueras el jefe de mi pueblo, Israel. Yo estaré contigo en todo lo que emprendas, acabaré con tus enemigos y te haré tan famoso como los hombres más famosos de la tierra.

Le asignaré un lugar a mi pueblo, Israel; lo plantaré allí para que habite en su propia tierra. Vivirá tranquilo y sus enemigos ya no lo oprimirán más, como lo han venido haciendo desde los tiempos en que establecí jueces para gobernar a mi pueblo, Israel. Y a ti, David, te haré descansar de todos tus enemigos.

Además, yo, el Señor, te hago saber que te daré una dinastía; y cuando tus días se hayan cumplido y descanses para siempre con tus padres, engrandeceré a tu hijo, sangre de tu sangre, y consolidaré su reino. Yo seré para él un padre y él será para mí un hijo. Tu casa y tu reino permanecerán para siempre ante mí, y tu trono será estable eternamente’ ”».

SEGUNDA LECTURA

Rom. 16, 25-27.

«Hermanos: A aquel que puede darles fuerzas para cumplir el Evangelio que yo he proclamado, predicando a Cristo, conforme a la revelación del misterio, mantenido en secreto durante siglos, y que ahora, en cumplimiento del designio eterno de Dios, ha quedado manifestado por las Sagradas Escrituras, para atraer a todas las naciones a la obediencia de la fe, al Dios único, infinitamente sabio, démosle gloria, por Jesucristo, para siempre. Amén».

EVANGELIO

Lc. 1, 26-38.

«En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón de la estirpe de David, llamado José. La virgen se llamaba María.

Entró el ángel a donde ella estaba y le dijo: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo”. Al oír estas palabras, ella se preocupó mucho y se preguntaba qué querría decir semejante saludo.

El ángel le dijo: “No temas, María, porque has hallado gracia ante Dios. Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús. Él será grande y será llamado Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, y él reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reinado no tendrá fin”.

María le dijo entonces al ángel: “¿Cómo podrá ser esto, puesto que yo permanezco virgen?” El ángel le contestó: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra. Por eso, el Santo, que va a nacer de ti, será llamado Hijo de Dios. Ahí tienes a tu parienta Isabel, que a pesar de su vejez, ha concebido un hijo y ya va en el sexto mes la que llamaban estéril, porque no hay nada imposible para Dios”. María contestó: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”. Y el ángel se retiró de su presencia».

Se ha revelado el misterio

En este domingo el evangelio de San Lucas ha puesto ante los ojos y el corazón de todos los creyentes, el misterio de Dios que voluntariamente se hace hombre. Es el gran misterio de la encarnación. Se le ha dado ese nombre, encarnación, porque el Verbo Eterno del Padre, en su naturaleza divina, quiso y pudo unirse a la naturaleza humana. Desde que descendió al seno inmaculado de María, Cristo es Dios y hombre. San Juan pone el misterio en la precisión y la concisión de tres verbos: amó, se anonadó, se entregó. El amor a la humanidad caída fue el principio de todo. La Iglesia canta: “¡Oh Dios, eres admirable por la creación, todo es obra de tus manos; pero más admirable por la redención, porque nos entregaste a tu Hijo!”. Luego se anonadó, es decir se empequeñeció: siendo omnipotente, apareció débil; siendo infinito, se dejó ver limitado; siendo inmortal, vino al tiempo y a la historia para poder morir. Y se entregó con plena libertad en manos de los perversos, para morir y pagar así la deuda de todos los hombres pecadores.

Las grandezas de Dios se manifiestan en lo pequeño a los ojos de los hombres: El escenario es una aldea pequeña en el tiempo de la Roma de los Césares y la Atenas de filósofos y artistas, y en un país de Asia Menor, sin importancia. Nadie, sólo Dios, vio con predilección ese montón de casas de adobe: Nazaret, de Galilea. Y a ese lugar envió Dios a Gabriel, su mensajero, a una humilde doncella, la escogida para integrarla, si aceptaba, en el plan eterno de salvación. El breve diálogo se inició con el saludo del arcángel: “Dios te salve, María”. La presencia del mensajero y tan singular saludo asustaron a la jovencita, pero el arcángel la tranquilizó: “No temas. María, porque has hallado gracia ante Dios”. Y luego le transmitió el mensaje: “Vas a concebir y a dar a luz un hijo y le pondrás por nombre Jesús”.

Escucha María el mensaje, mas como el asunto es de gran trascendencia, interroga, quiere tener idea clara delpor qué ella va a concebir y a dar a luz un hijo, si ha permanecido virgen. Al mensajero le corresponde, manifestar el plan de Dios, descubrir el misterio de la encarnación: “El Espíritu Santo descenderá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra”. “Por eso, el Santo que va a nacer de ti será llamado Hijo de Dios”. Ella, en nombre de toda la humanidad ha de responder, y da su consentimiento a la voluntad de Dios. “Yo soy la esclava del Señor, hágase en mí lo que has dicho”, y así en el tiempo el Verbo de Dios se hizo hombre sin dejar de ser Dios.

José Rosario Ramírez M.

La salvación se encarna

¡Alégrate María porque el Señor ha escuchado tu oración! Ante semejante anuncio esta jovencita nazarena no supo qué decir y en su rostro se percibió cierta preocupación. ¿Qué querrá decir semejante saludo?, ¿cuál de todas mis oraciones ha escuchado el Señor?, pensó. Y mientras miraba fijamente a ese forastero que se dirigía a ella de manera entusiasta, hizo un recuento de sus últimas oraciones, las más constantes, las que estaban fijas en su íntimo diálogo con el Señor de la Alianza. Había agradecido que en su casa había trabajo, alimento y salud. Había agradecido que el Eterno Señor hubiera puesto a su alrededor a gente servicialmente amorosa que eran para ella verdaderos testigos de su presencia: sus padres, su familia, sus amigas… y José, ese joven moreno que siempre la miraba con ojos de promesa y la llenaba de alegría. También había pedido por la liberación de su pueblo que vivía sometido por el yugo de poderes brutales, insensibles al clamor de la necesidad de su gente, poderes ilegítimos que pretendían dominar sin ninguna autoridad. Había orado por los jóvenes de su pueblo, cansados por la situación precaria a la que estaban expuestos, jóvenes haciendo cualquier cosa para sobrevivir, sin horizontes, con mucha rabia, con mucho resentimiento. Había orado por las jóvenes de su pueblo, también cansadas, abajadas, anuladas, silenciadas. Y por todo esto había orado con gran intensidad para que todos entraran en la salvación de la Alianza. 

Continuamente en su oración, sobre todo en sus momentos de mayor fragilidad, esa santa mujer nazarena imploraba al Señor: ¡También somos tu pueblo, Señor! ¡Tú siempre serás nuestro Dios! ¡Sálvanos, sólo tú puedes hacerlo! En ese momento, ella vuelve a percibir al joven forastero que al mirarla con dulzura le dice: ¡Alégrate María, porque el Señor ha escuchado tu oración y tiene una propuesta para ti: tú eres parte de la respuesta de la salvación del Señor! Ella comprendió. La salvación no se piensa, se encarna. Se le iluminó el rostro y con fuerza y confianza María se pronunció: ¡que se haga en mí la promesa del Señor!

Salvador Ramírez Peña, SJ - ITESO

¿Listos para escuchar?

Estamos muy cerca de celebrar el gran misterio de la Encarnación del Hijo de Dios. El "SÍ" de María, “hágase”, debe ser un estímulo del cristiano para realizar la opción fundamental por Cristo, en orden a construir un mundo más humano e instaurar una mejor historia. En toda vida hay opciones fundamentales, tales como el matrimonio, el sacerdocio, la profesión religiosa y la misma fe cristiana que, partiendo de una visión global, se van desvelando después plenamente en los sucesos y problemas de cada día, que se presentan como una oportunidad de reafirmar y mantener el compromiso inicial.

Esto claro que choca con la mentalidad actual de mucha gente, que gira en torno a lo provisional, incluso en los compromisos serios como la opción cristiana, la fe, el amor matrimonial o la consagración a Dios. La tentación de “jubilarse” o “darse de baja” como cristiano está hoy a la orden del día. El "sí" se cambia en "no" con demasiada facilidad en el breve lapso de unos años, o de algunos meses quizá. Incluso hay quienes sostienen la imposibilidad connatural de un compromiso o un amor de por vida.

No fue ese el talante de María, mujer fuerte y ejemplo de fidelidad al compromiso de la fe y estabilidad emocional. Lo mismo que Cristo quien, como dice San Pablo, fue siempre un “sí” al Padre, sin cambiar nunca a un “no”, un "sí" que se fue desarrollando al ritmo de su vida hasta la muerte.

El “hágase” de María muestra al cristiano de hoy el modo de asumir compromisos concretos de presencia en el mundo y en la sociedad en que vive. Las relaciones entre los hombres empezarán a ser realmente humanas cuando, venciendo con la fuerza de lo Alto las potencias del mal que se oponen a la libertad, a la vida y al amor, plasmemos nuestras actitudes en acciones solidarias de promoción del hombre y defensa de la dignidad de todo ser humano.

Pues bien, la respuesta de María se ha convertido en misión, programa y ley vital de la comunidad cristiana que en el acto salvador realizado por Dios en la Virgen reconoce su propia vocación y ve en ella su modelo de servicio, disponibilidad y santidad cristiana, máxime en este tiempo de Adviento.

La imagen de María escuchando al ángel nos sugiere algo fundamental: nos hacemos a fuerza de aceptar, de fecundar. Es una actitud más que una voluntad: hay que abrir los ojos y descubrir donde hay que mirar para aprender a ver y escuchar la Vida. Dios no es la respuesta a una pregunta, es Aquel que nos abre y nos toma. La actitud frente al plan de Dios es más de escucha y de cuidado.

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