Un hombre de 55 años llamado Miguel Ángel Godoy que cumple prisión domiciliaria en su casa de Chivilcoy (Argentina) por un delito relacionado con drogas, volvió a encontrarse en persona con las autoridades tras haber reunido a 300 invitados en una fiesta clandestina.Los hechos ocurrieron el pasado sábado según recogen autoridades locales, específicamente la Dirección de Nocturnidad, que llegó al domicilio en la calle Conesa del cual luces y sonidos estridentes eran emitidos durante una fiesta a la cual los invitados ingresaban tras pagar una cuota con la que recibían una pulsera como las que se utilizan en festivales. No se informó cuál era la cuota requerida para el ingreso, sin embargo.Entre los cerca de 300 invitados figuraban algunos menores de edad que habían obtenido su pulsera tras cubrir el abono correspondiente para ser parte de la celebración, que según el reporte policial había sido organizada por un hombre de 36 años de edad llamado Pablo Ezequiel y quien quedó a disposición de las autoridades policiacas tras los hechos.Por su parte, el servicio penitenciario de Buenos Aires fue informado de la fiesta clandestina en el hogar de Godoy, quien de acuerdo con las autoridades argentinas recibió la prisión domiciliaria debido a una denuncia en su contra por distribución de estupefacientes precisamente en el mismo domicilio en que tuvo lugar el evento reciente.Se sabe que este servicio penitenciario monitorea los movimientos de Miguel Ángel a través de un dispositivo electrónico en el tobillo, de los denominados “grilletes” de uso especial para este tipo de sentencias.
