Jueves, 28 de Marzo 2024

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Vivir de la basura

Por: Armando González Escoto

Vivir de la basura

Vivir de la basura

Son célebres los casos de personas que se han hecho millonarias a partir de la basura. Unos, de la manera más vil, explotando a los pepenadores bajo todo tipo de pretextos, otros, creando verdaderas empresas de reciclaje.

El tema de la basura tiene distintas fases: producción, recolección, depósito, pepena, y redistribución, cada una de estas etapas involucra una innumerable cantidad de personas, de instancias públicas y privadas, y de intereses, y se vive de acuerdo a las condiciones generales de la sociedad, es decir, no es lo mismo la basura en un país de alto desarrollo, que en un país en vías de desarrollo.

En lo que mira a la producción, todos somos productores de basura y la producimos como sociedad subdesarrollada, es decir, sin conciencia ecológica, sin preocupación económica, sin responsabilidad social, y sin visión de futuro.

La recolección, en nuestra ciudad, corre por cuenta de dos instancias, los que se encargan de las “papeleras”, y los clásicos “carretones” si bien hoy son unidades de último modelo. Existen aquí problemas de horarios, de capacidad y capacitación, y de integralidad, ya que no todas las zonas reciben la misma atención.

El depósito constituye uno de los grandes retos de los gobiernos actuales. En principio nadie quiere recibir las toneladas de basura que produce la ciudad, en buena medida porque traen consigo toneladas de problemas sobre todo de carácter sanitario de corto, mediano y largo plazo. El depósito de basura requeriría de un tratamiento previo, mismo que o no ocurre o es deficiente.

La pepena existe porque no existe una industria recicladora de primer nivel que incluya a los pepenadores y eleve sus condiciones de ganancia y de vida, de tal forma hoy día son miles de personas las que tratan de sobrevivir en esta ingrata tarea con apenas mínimas medidas de protección. No obstante, la repetición del trabajo les ha dado ya una cierta capacidad y experiencia en la trata de la basura que, llegado el momento, importaría mucho calibrar y aprovechar. Por lo pronto ha sido un drama vivido en el centro mismo de la ciudad por los reclamos de los pepenadores y sus intentos de estrangular las vías de comunicación, en la medida que ellos mismos se sienten estrangulados en su propia forma de existencia.

Ha habido intentos de mejora en lo relativo a la producción de basura, que han fracasado una y otra vez, sea por nuestra falta de cultura cívica a la hora de hacer nosotros una selección previa de nuestra basura, y también porque una vez seleccionada, cuando algunos ciudadanos lo hicieron, los recolectores lo volvían a revolver sin mayor problema. Aquí la relación ciudadanía - recolección no prosperó, acaso porque tampoco funcionó el depósito.

La autoridad, por su parte, ha tenido la tendencia a cansarse muy pronto y a dejarse vencer por la indómita irresponsabilidad ciudadana, a veces por simple indolencia administrativa, a veces por no malquistarse con futuros votantes, el hecho es que el problema sigue casi intacto en sus cinco fases, pero no en sus secuelas, cada vez más preocupantes.

Si a esto añadimos la calentura siempre elevada de la politización de todo lo que toca la función pública, pues ya estamos en otro basurero, el más tóxico y nauseabundo, el de los intereses de los políticos que rarísima vez coinciden con los de los ciudadanos.

armando.gon@univa.mx

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