Cuando escribía el título de esta columna reflexiono que jamás pensé en llegar a escribir algo así, y de haberlo hecho seguramente hubiese sido como metáfora para referirme a algún tipo de bloqueo económico, político o social.Nunca a una situación real como la de ahora de una epidemia que por sus características ya es pandemia al afectar a buena parte del mundo.Harto complicado trabajar como periodista en estos días ya que por mi situación privilegiada de radio y televisión empiezo el día respirando información sobre los avances y consecuencias de la epidemia en Jalisco, y lo cierro de la misma manera.Difícil encontrar la paz.Estamos viviendo una situación inédita e histórica.Cuando creíamos que gracias a la tecnología y la digitalización podíamos casi controlar el destino de la humanidad, amanece un bicho que nos mete en una época caracterizada por la mayor de las incertidumbres y de las sorpresas.Cada día vamos dando cuenta de situaciones nuevas y sorpresivas.Y eso con la salvedad de que en nuestra comunicación dejamos de lado temas que tengan que ver con especulaciones o propagación de miedos.Para mi optimismo personal me meto a hacer números y encuentro razones para manejarme con cierta tranquilidad.Me explico: aunque pertenezco a un grupo que por edad está en la frontera de ser vulnerable, llevo una vida suficientemente sana, no fumo y no padezco de enfermedades respiratorias.Observo las medidas de prevención que recomiendan las autoridades y confío en que las fuertes restricciones a la vida pública se han tomado a tiempo para evitar daños mayores.Desde el punto de vista de probabilidades le echo un ojo a lo que pasó en China (el país con más contagios) y descubro que de la de población total del país la epidemia sólo afectó a uno de cada diez mil habitantes (muy pocos), y vivían una situación de frío invernal y en un país donde los hábitos de higiene son bastante escasos.Vivo en un país tropical, en una ciudad como Guadalajara que está abajo del paralelo 22 (que disminuye las posibilidades de propagación) y en la víspera de los días más calurosos del año, en el entendido que estos calores inhiben a los virus. Además, trato de hablar con gente de primera con una característica: son positivos. Comparten frases como: “En una crisis mientras hay gente que se pone a llorar, hay otra que se pone a ver cómo vender pañuelos”.Y que lo viven.Paradojas y contradicciones sabedor que esto va a quedar atrás. No va a ser fácil el tránsito, pero se va a superar, no sin algunas bajas.El nervio diario de compartir información muy poco agradable contrasta con la esperanza de saber que hay vida después de la cuarentena.