Jueves, 18 de Abril 2024

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Una buena historia

Por: Pablo Latapí

Una buena historia

Una buena historia

Hoy es un buen día para platicar una historia.

Una buena historia.

Hace un par de semanas fui invitado por una importante Cámara Comercial de Jalisco a participar como moderador en un foro de nuevos empresarios sobre la evolución de los espacios de trabajo.

Muy interesante.

De hecho, el panel se llevó a cabo en las oficinas de We Work, innovadores en la utilización de estos espacios laborales, en un edificio que se encuentra en Avenida de Las Américas, en Providencia, prácticamente frente a Punto Sao Paulo.

Es uno de esos edificios modernos que están cambiando la cara de Guadalajara y que han empezado a crecer sorprendentemente en la ciudad.

Habituado a la zona, decidí estacionar mi automóvil en Providencia y caminar un poco.

Pero el problema es que yo no sabía exactamente en qué edificio era, y caminé buscando el número sin encontrarlo.

Se me empezaba a hacer tarde y no tenía ni idea de cuál era el edificio; se me empezaron a hacer bolas los números; podía ser alguno de los que estaban a sólo unos pasos, o de plano estar del otro lado de la Avenida.

Desconcertado porque el número no aparecía, me vio un joven y se ofreció a ayudarme a buscarlo. Preguntando pudo saber que efectivamente era de los edificios más lejanos, lo que obligaba a ir a recoger el automóvil, y desplazarme para allá.

Atento, aquel joven se ofreció a acompañarme; me platicó que era vendedor en una agencia de automóviles, y fue conmigo hasta donde estaba el auto, nos subimos, recorrimos el camino (me enseñó un atajo para rodear el tráfico de Américas) y llegamos al estacionamiento del edificio.

Ya tenía el tiempo justo para llegar al panel, y había una larga fila de autos en el estacionamiento.

La reacción del joven fue ofrecerse a dejarme ahí, ir a estacionar mi auto, y subir a dejarme las llaves al piso donde se realizaba el panel.

Dudé un segundo, pero para mis adentros pensé: si no es en estos momentos en los que confiamos en la gente, entonces… ¿Cuándo?

Le dejé el auto y las llaves, y subí. Efectivamente llegué a tiempo al foro, transcurrió, fue en éxito, y en cuanto terminó, empecé a buscar con la mirada (no sin cierto temor…), pero nada: ahí estaba el joven con mis llaves, atento a lo que se decía en el foro.

Cuando se lo platiqué por la noche a mi esposa me regañó; me llamó la atención por ser tan confiado, a sabiendas que me pudieron haber robado el automóvil.

Pero se lo dije: Si no es en estos momentos cuando confiamos en la gente, entonces… ¿Cuándo?

Una buena historia, para un buen día.

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