Jueves, 28 de Marzo 2024

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Trump se rayó

Por: Pablo Latapí

Trump se rayó

Trump se rayó

Hace unos días, de visita en la Ciudad de México, caminábamos por el Paseo de La Reforma, cerrado a la circulación por ser día festivo, y qué gran avenida. Es Imperial. Y tan llena de historia.

Ahí están los grandes monumentos que usted conoce bien, e hicimos un breve alto en el camino para observar, por un momento, la Embajada de Estados Unidos en México.

Ahí está.

La embajada del país más poderoso de la Tierra y a la sazón nuestro vecino más próximo.

Y llama profundamente la atención esa vieja y disonante valla de tela de alambre que protege el edificio contra manifestaciones y protestas. Casi cinco metros de altura. Es fea, alta, vieja, y a toda prueba porque los distintos paneles, en varias hileras, están engarzados entre sí con cadenas y alambres de tal forma que es infranqueable.

De hecho, ha servido para colocar ahí carteles de protestas, fotos de desaparecidos y en algunos momentos publicidad clandestina.

A veces se nos olvida la razón de ser de esa espantosa barda.

Desde los años setentas, sino es que más, cuando las izquierdas y los movimientos liberales salían a marchar, protestar e incluso desfilar por Paseo de la Reforma, la embajada norteamericana era el lugar común para el desprecio y las mentadas.

Estados Unidos era el insoportable y mayor enemigo de México, y causante voluntario de la mayoría de nuestras desgracias.

Era obligado parar ahí frente a la embajada a entonar los gritos que se convirtieron en coros repetitivos de “Yankee Go Home”, “Cerdos Imperialistas”, “Asqueroso Tío Sam”, pero era imposible ir más allá por la enorme valla.

Esa muralla hoy permanece ahí, ya más como símbolo de esa historia setentera porque ahora las protestas han encontrado más redituable mediáticamente vandalizar monumentos, paradas de camiones, camellones y aparadores de los negocios de Paseo de la Reforma.

Y quién diría que después de tantas protestas y mentadas de madre de las izquierdas contra el edificio, quien sería el primer presidente de Izquierda en nuestro país ha resultado ser el más incondicional y servicial funcionario atendiendo los caprichos del gobierno de Estados Unidos.

Basta ver la forma en que se ha organizado el freno a los migrantes centroamericanos en la frontera sur (donde todo se vale) y varias intenciones más que nuestro presidente ha cumplido cabalmente para evitar problemas como la subida de los aranceles o la desaparición de un tratado de libre comercio.

Es el mejor amigo de Trump, y no se conocen. Nunca se han visto en persona. Nunca se han saludado, y cuesta trabajo imaginar sus conversaciones por teléfono o video conferencia (traductor de por medio, por supuesto) con el estilo de negociador fuerte del presidente norteamericano por un lado y los ritmos de las conversaciones de nuestro primer mandatario por el otro.

Empieza a estar de más la malla y enorme jaula que rodea a la Embajada.

Para Trump, tener un vecino así, en este momento, no tiene precio.

No cabe duda de que se rayó.

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