Sábado, 27 de Abril 2024

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Bienvenido a casa, Jaime

Por: Jonathan Lomelí

Bienvenido a casa, Jaime

Bienvenido a casa, Jaime

Gracias a Jaime Barrera comencé en el periodismo. Recién egresado de Letras Hispánicas pedí trabajo en el diario Mural. Pasé todas las pruebas psicométricas. La entrevista final para mi contratación fue con Jaime. Él era el jefe de información. 

Entré asustado a su oficina. Mi única experiencia profesional era la redacción de una nota cultural en la Cuenta de los Guías de Radio UdeG. Su mítico conductor, “El Negro” Guerrero, me mandó a reportear porque su colaboradora, una amiga en común, se había enfermado. 

En la oficina de Jaime había una pila de cajas, diez o más, llenas de papeles. No recuerdo si en esa ocasión o más adelante me enteré que eran documentos obtenidos vía transparencia sobre la polémica presa de Arcediano. El periódico había pagado una millonada por ellos. 

En el escritorio de Jaime yacían todos los diarios de la ciudad. Me pidió sentarme en una mesa que utilizaba en reuniones con reporteros. Comenzó a interrogarme. 

Respondí como pude: por qué quería ser periodista, mi experiencia nula pero mis ganas de escribir en un periódico, un raro sueño infantil desde que mi padre tapizaba la mesa de la cocina con los diarios dominicales. 

Entonces me hizo la última pregunta. Supe que era la última porque vino después de una breve pausa: 

-¿Quién es el alcalde interino de Guadalajara?

Yo no tenía la más remota idea. Sentí que la sangre se me iba a los pies. Mi respuesta fue lo más sincera posible: 

-Si me presta una computadora se lo investigo ahorita mismo.

Jaime sonrió y pidió que me dieran la vacante disponible: reportero policíaco en el horario de doce de la noche a ocho de la mañana. (El alcalde interino era Ernesto Espinosa Guarro.) 

La madrugada del 26 de noviembre de 2006 cubrí un siniestro vial. Una camioneta a exceso de velocidad impactó un Volkswagen en Juárez y Enrique Díaz de León, conducido por el joven de 18 años Néstor Alan, quien murió al instante. Tomé fotos del interior de la camioneta con latas de cerveza, sus ocupantes veinteañeros, unas patrullas de Palacio de Gobierno que llegaron y un hombre con barba que daba indicaciones. 

Me fui a dormir. Muy temprano recibí una llamada muy exaltada de Jaime. Me pedía detalles del siniestro, si habían aplicado la prueba de alcoholemia y si tenía más fotos. Resultó que uno de los responsables del homicidio imprudencial era hijo del vocero estatal (el barbado que llegó al lugar).  

Quedó documentado que a los responsables se les hizo las pruebas de alcoholemia seis horas después. Los peritajes se demoraron y concluyeron que no hubo exceso de velocidad. Los responsables jamás pisaron la cárcel. Derechos Humanos Jalisco emitió una recomendación sobre el caso y sus anomalías. Jaime coordinó los esfuerzos de esas publicaciones. 

Ese es Jaime Barrera, periodista, mentor y amigo. Todos estamos felices con tu regreso a casa.

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