Jueves, 18 de Abril 2024

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También hay Ravel y Debussy

Por: Jaime García Elías

También hay Ravel y Debussy

También hay Ravel y Debussy

“No todo es Mozart y Beethoven –sentenció un melómano–: también hay Ravel y Debussy...”. Se explica, por tanto, que hubiera mejor entrada para el séptimo programa de la Segunda Temporada 2022 de la Orquesta Filarmónica de Jalisco (OFJ), la noche de jueves en el Teatro Degollado, con obras de Fauré, Castelnuovo-Tedesco y Ravel, que para el anterior, que ofrecía nada menos que la Segunda Sinfonía de Brahms.

La sala se llenó con el sonido de la flauta de Antonio Duvatovka con que abre la Pavana, de Fauré. Se trata, como ilustra el programa de mano, de una danza lenta, en tiempo reposado y sobrio, con recursos simples y una dulce línea melódica. José Luis Castillo, director artístico del ensamble, hizo una lectura no sólo respetuosa sino emocionada de la partitura.

Para el Concierto para Guitarra, de Castelnuovo-Tedesco, el talentoso y prestigiado solista Pablo Garibay apeló al recurso –válido por lo demás– de sonorizar su instrumento. La obra, compuesta a instancias de Andrés Segovia, consigue un diálogo innovador e imaginativo entre guitarra y orquesta, en que destacan las cadenzas –particularmente la del tercer movimiento, (Rítmico e Cavalleresco)– propicias para el lucimiento del ejecutante. Además de los aplausos espontáneos tras el primero y el segundo movimiento, la cálida ovación final ameritó un encore, de autor venezolano.

El plato fuerte de la velada fue Daphnis et Chloe, de Maurice Ravel. Calificada como “sinfonía coreográfica” por su autor, en su versión integral incluye coros que cantan vocalizaciones; no palabras. Es música de ballet con que Ravel intenta recrear el despertar erótico de los protagonistas en un entorno pretendidamente bucólico, a partir de sonidos que salen casi de la nada y se precipitan en un crescendo espectacular. Es la obra más extensa de su autor (50 minutos) y de uno de los mejores ejemplos del impresionismo: pródigo en sonoridades extravagantes, intensidades extremas –acordes poderosos y motivos apacibles–, a veces armónicos, a veces disonantes, hilvanados al margen de los cánones y con absoluta anarquía rítmica... pero del gusto del público –obviamente–, a diferencia de lo ocurrido hace 110 años, cuando la reacción de audiencia y crítica en el estreno de la obra fue desigual, lo que ocasionó la amargura del autor.

El programa, como de costumbre, se repite este domingo, en la misma sala, a partir de las 12:30 horas.

Jaime García Elías

jagelias@gmail.com

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