Viernes, 19 de Abril 2024

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Mil casas que se nos están cayendo encima

Por: Juan Palomar

Mil casas que se nos están cayendo encima

Mil casas que se nos están cayendo encima

A San Ignacio de Loyola, en su día

Y hablando de casas caídas, las nanas hace muchos años, nos hacían aprender esta recitación: La casa caída, los trastes quebrados, los niños llorando,  y el papá enojado… ay Dios cuánto cuidado.

Alguien no está haciendo muy bien su chamba en el Ayuntamiento (Obras Públicas) y/o en el Gobierno del Estado (Secretaría de Cultura) y/o en el Gobierno Federal (INAH). Tenemos aproximadamente mil fincas históricas y artísticas literalmente cayéndose en el centro. Mil, mil, mil. Con esos resultados, en cualquier ciudad civilizada se habría ya corrido o consignado a todos los responsables de la conservación patrimonial, a todos.

Quien esto escribe solía hace algunos años, tomar café casi todos los días en un café que era muy bueno: La Estación de Lulio, a media cuadra de Lafayette, por Libertad. Nunca cesó de sorprenderse a diario al ver, leyendo todo el periódico, en horas de oficina, a uno de los arquitectos responsables en el Inah local de evitar que se cayeran las mil casas. Tal vez él pudiera ser uno de los responsables, ante la sociedad tapatía, del actual desastre que se viene cerniendo sobre la ciudad desde hace medio siglo.

Hay una funcionaria ejemplar en la Secretaría de Cultura de Jalisco: la arquitecta Violeta Ponce. Ella sola da todas las batallas por preservar el patrimonio arquitectónico de Jalisco. Y la mayor parte de esas batallas las gana, ella solita, a pesar muchas veces de sus jefes. Habría que felicitarla mucho, que respaldarla frente a quienes dicen que nomás es un estorbo, y la Secretaria de Cultura había de subirle el sueldo.

Pero mientras, ¿qué hacemos con mil casas que con el presente temporal se pueden venir abajo y hasta matar a alguien? Ahí les va lo que se pudiera hacer: Establecer, bajo las órdenes directas del arquitecto Carlos Padilla y de Violeta Ponce, una oficina que se ocupe exclusivamente de esas mil casas. Luego, conseguir el apoyo, pro bono, de mil ingenieros y mil arquitectos y mil licenciados. Luego, conseguir un capital fiscal de mil millones de pesos, un millón por casa. Este esquema puede volar, si es que el señor Alcalde y su gente del Patronato del Centro se ponen las pilas y le dan una calculadita a los votos que representa el salvar mil fincas patrimoniales. Y puede que muchas instituciones se animen a dar donativos, en especie o en efectivo. Puede que muchos propietarios inviertan, gracias a estos estímulos, en sus fincas ahora abandonadas y en rápido deterioro. Puede que hasta el ITESO, desde su torre de marfil del Periférico, le entre al quite.

Como siempre, esta es una comedida petición: INAH, Secretaría de Cultura, Ayuntamiento de Guadalajara, por favor respondan en este espacio con sus puntos de vista. Es en serio, porque la vía de Transparencia es mucho más tardada y latosa.

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