Martes, 16 de Abril 2024

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México sufre terrorismo, pero Andrés sólo ve propaganda

Por: Salvador Cosío Gaona

México sufre terrorismo, pero Andrés sólo ve propaganda

México sufre terrorismo, pero Andrés sólo ve propaganda

Mientras el presidente Andrés Manuel López Obrador, Morena y la Cuarta Transformación mantienen una postura sincronizada de rechazo a reconocer que los grupos del crimen organizado tienen tomado ya un porcentaje importante del territorio nacional, habrá que reconocer que la violencia luce incontenible y se han disparado las cifras de homicidios dolosos, superando ya los 131 mil en 45 meses de gobierno con corte al 18 de agosto. Aunado a ello, y ante la reciente ola de atentados en diferentes estados del país, no resulta ni descabellado ni fuera de contexto hablar de “terrorismo”.

En el capítulo V de “El terrorismo como método del crimen organizado en México”, de Gerardo Rodríguez Sánchez Lara y Judith A. Nieto Muñoz, se refiere:

El terrorismo es un método. No es un grupo o fenómeno social per se, monotemático, aislado o puro. Partimos del concepto de Paul Pillar de que el “terrorismo es violencia premeditada, políticamente motivada y perpetrada contra objetivos no combatientes por grupos subnacionales o agentes clandestinos, normalmente con la intención de atemorizar a la población”. Esta definición tiene cuatro elementos. Primero, la premeditación significa que debe existir una intención, preparación y decisión previa para cometer un acto terrorista. Segundo, el terrorismo se distingue de otras formas de violencia por su motivación política, a diferencia de los actos criminales que generalmente tienen fines económicos. Tercero, los objetivos son “no combatientes”, lo cual significa que los terroristas atacan gente que no puede defenderse (incluyendo policías y militares que no están en posiciones de defensa). Finalmente, los responsables, sean grupos subnacionales o agentes clandestinos, se distinguen por no operar mediante procedimientos militares regulares. 

A partir de esta definición, tenemos que reconocer que los narcobloqueos registrados en los últimos días en no pocas entidades del país son signos inequívocos del incipiente terrorismo que está tomando forma en nuestro país, siendo lo más lamentable y preocupante que justo sean nuestros gobernantes, las autoridades que debieran estar más en alerta, quienes por asuntos políticos se estén negando a identificar el fenómeno como tal. 

Nuestro vecino al norte, los Estados Unidos de América, conoce a la perfección lo que está sucediendo en México, y por segunda ocasión consecutiva ha emitido una alerta a los ciudadanos estadounidenses para que eviten viajar a Colima, Guerrero, Michoacán, Sinaloa, Tamaulipas y Zacatecas. 

El jueves, el embajador de Estados Unidos en México, Ken Salazar, advirtió que sin resultado en seguridad “todo sigue temblando”, por lo que su atención debe ser prioritaria sobre otras inquietudes, como el T-MEC. 

Salazar señaló que para resolver el problema de inseguridad debe de haber colaboración de los tres niveles de gobierno, el sector empresarial, la sociedad civil y las iglesias. 

“Esto de la seguridad es más fundamental que otros temas de inquietud que son difíciles, incluso el T-MEC. Si no tenemos resultados de la seguridad todo sigue temblando”, dijo. 

Como era de esperarse en alguien que no tolera la crítica y al mismo tiempo no practica la autocrítica, López Obrador enfureció.

El tabasqueño, quien junto con miembros de su gabinete ha insistido en minimizar los actos violentos al grado de llamar “actos vandálicos de tinte propagandístico”, los hechos ocurridos en Baja California, -como si los 46 autos quemados y los 20 presuntos integrantes del crimen organizado detenidos no fueran suficiente evidencia de la inseguridad-, ha  responsabilizado a sus “adversarios conservadores y al periodismo sensacionalista”, de difundir información falsa más allá de nuestras fronteras.

La furia del presidente no es gratuita, pues tras los narcobloqueos, algunos de los detractores de AMLO, refirieron que estos fueron orquestados por el gobierno, para tener más argumentos que les permitan militarizar las fuerzas de Seguridad. 

Pero además, se han desencadenado una serie de situaciones que no sólo dejan mal parado a su gobierno,  sino que contradicen su discurso nada creíble de que la estrategia de “abrazos no balazos” está funcionando.

Jaime Bonilla Valdez, ex gobernador de Baja California y senador -con fuero-, acusó al gobierno de Marina del Pilar Ávila Olmeda de estar coludido con el crimen organizado. 

En tanto, la alcaldesa de Tijuana, Montserrat Caballero, de Morena, se viralizó en un video en el que pide a los criminales que actúen solamente contra “quienes no les pagaron” o con quienes tienen “facturas” pendientes, y no contra la población civil en general, esto luego de los hechos de violencia registrados tanto en Tijuana como en otros municipios de Baja California. 

Por esos mismos días, la presidenta municipal de Sayula, Veracruz, Lorena Sánchez Vargas, declaró en un noticiario nacional que fue secuestrada, pero ella logró escapar, no así  su hijo de 3 años.

La alcaldesa relató que desde hace 7 meses vive una situación difícil en el municipio, que está amenazada por delincuentes, dando a conocer que fue privada de la libertad y que escapó, pero que su vida corre peligro.

En Celaya, esta semana hombres armados acribillaron a Guillermo Mendoza, quien era hijo del presidente municipal de esa ciudad, Javier Mendoza. Sujetos armados a bordo de una motocicleta le dispararon al menos en 15 ocasiones, según reportes de la prensa local. 

Celaya es uno de los municipios de Guanajuato que ha sufrido bloqueos, quema de vehículos y balaceras en los últimos días. La semana pasada, un operativo del Ejército para detener a cabecillas del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG) en territorio jalisciense provocó la reacción del grupo criminal. En Jalisco y Guanajuato, células delictivas incendiaron tiendas y vehículos y bloquearon carreteras, como respuesta.

Esta semana, además, Celaya ha asistido con horror a la difusión de un video en que un policía, visiblemente lastimado, es interrogado por presuntos delincuentes. En el video, el policía, desaparecido días antes, vincula a otros agentes con grupos delictivos. El cuerpo del policía ha aparecido sin vida el miércoles. 

Para el presidente y los miembros de la Cuarta Transformación es momento de dejarse de discursos baratos, de acusaciones, de sandeces. Los adversarios, los conservadores, la prensa, no son el enemigo. 

El enemigo es no reconocer la violencia, la ola de terror, el apoderamiento del territorio por parte del crimen organizado, y principalmente que la estrategia está fracasada y no tiene posibilidad alguna de frente al incipiente terrorismo. 

opinión.salcosga@hotmail.com

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