Jueves, 02 de Mayo 2024

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Luces, cámara, inacción

Por: Augusto Chacón

Luces, cámara, inacción

Luces, cámara, inacción

La realidad, las realidades, las de la vida cotidiana, también las de ficción, admiten ser comentadas a partir del cine, de obras cinematográficas. No es fuera de lo común usar en charlas o en las aulas, la expresión: como en la película… Hay profesores que se valen de alguna, entera, con sus estudiantes, para ilustrar algún punto de su materia.

Pensar en esto me llevó a considerar el intervalo electoral en el que estamos, el paseíllo de candidatas y candidatos (a la manera de la fiesta brava), e imaginar cuál cinta, o una parte de ella, podría ser una analogía de los matadores (mujeres y hombres) que van por el país partiendo plaza con su traje de luces más vistoso y con el discurso y el garbo (creen ellos) que amerita la ocasión -como el verso de Shakespeare “pompa y circunstancia de la gloriosa guerra”- y asimismo a los espectadores que los contemplan y escuchan, casi siempre sin entenderlos.

Se me ocurrió Taxi Driver, de Martin Scorsese, 1976, una de sus escenas famosas, “icónicas”, “clásicas” dicen los especialistas. Robert de Niro, en el papel de Travis Bickle, ensaya en el cuchitril neoyorkino en el que vive, frente a dos carteles, pegados a la pared, del candidato a senador Charles Palantine, al que le trae ganas: mira a los afiches con seguridad amenazante e interroga, agresivo: “¿Me hablas a mí? ¿Me hablas a mí? ¿Me hablas a mí?” Voltea a ver hacia atrás, como si buscara a alguien y regresa a mirar la fotografía de su enemigo que, por supuesto, no responde: “Bueno, ¿con quién demonios estás hablando? ¿Me hablas a mí? Bueno, yo soy el único aquí. ¿Con quién jodidos crees que estás hablando?”.

Hoy, por estos días, prendemos la tele, leemos noticias a través de internet, leemos los diarios o escuchamos la radio y no cesa de presentársenos la multitud de Charles Palantine que anda en campaña, y como Travis, ajenos a lo que ofrecen, a lo que prometen para alzarse con nuestro voto, y desde la saturación que nos imponen, con enojo bien podríamos espetar a la pantalla, a las bocinas, al papel: ¿me hablas a mí? ¿Con quién demonios crees que estás hablando?

Son preguntas retóricas, sabemos que pretenden hablarnos a todas, a todos, sabemos que cada una de sus palabras busca colarse en la mente de los electores para musitarles: sé lo que necesitas-quieres-anhelas y te lo voy a conceder. Sin embargo, los bostezos, el hastío y el enfado que provoca la temporada electoral, con sus diferentes manifestaciones, alcanzan para travisarnos: ¿con quién jodidos creen que están hablando? Es claro que no a cada una, a cada uno de los que alcancen a plantearse similar cuestión, no, es peor: se dirigen a la idea que tienen de nosotros y también a la que se han formado, sin que sepamos bien a bien cómo, de los individuos incluidos en la primera persona del plural. Podríamos añadir a la famosísima improvisación de De Niro: ¿por qué me hablas si no me conoces, si realmente no te interesa mi vida?

El viejo esquema de las Vidas Paralelas, según tituló Plutarco, el original (no el del PRI), su texto más emblemático, la de los políticos en el trance de alzarse con un puesto de elección popular y la de la gente. Ambos bandos se saben ahí pero no se cruzan, al menos la mayor parte de las veces no para las causas buenas; sí lo hacen cuando la labor de los primeros tiene efectos nocivos en la sociedad y en sus integrantes individualizados, por sus omisiones, sus indolencias y su no ceñirse a las leyes y a la ética, y ni siquiera a los compromisos que en campaña ellas y ellos mismos establecen; no comprenden, o se niegan a hacerlo, que como escribió Plutarco: “No escribimos historias, sino vidas; no es en las acciones más ruidosas donde se manifiestan la virtud o el vicio, sino que muchas veces una situación pasajera, un dicho o una niñería sirven más para declarar un carácter que batallas en que mueren millares, numerosos ejércitos y sitios de ciudades”. Lo esencial de la existencia humana aprehendido desde las aparentes simplezas, desde las evanescencias de la rutina ¿está en los objetivos y en las palabras de quienes andan en plan de tomar el timón político?

Are you talking to me? Es mejor preguntar, porque el riel de la política y el de la sociedad corren equidistantes; la política al uso discurre grandilocuente, con tendencia a una épica generalmente fallida; la segunda se desliza solidificada por las minucias que sumadas hacen eso que llamamos, llanamente, la vida misma. Salvo que ciertos durmientes que unen las dos vías, por estos días, en determinados sitios, son agentes nocivos, criminales que medran del escaso entrecruzamiento de los dos raíles y que son, no obstante, interdependientes.

Pero, a lo mejor es una percepción equivocada, meramente personal, y sucede que las candidatas y los candidatos sí nos hablan a nosotros y soy yo el que los atiende con escepticismo y desgana. A lo mejor. Y las menudencias de mi vida, que a mí me parecen esenciales, son más menudencias que otras y entonces las arengas y promesas políticas ni las rozan. A lo mejor, y quizá no sea vano preguntar, al escuchar a las y a los políticos en promoción democrática, por llamarle de alguna manera a su gira de ventas: ¿me estás hablando a mí? A lo mejor… aunque, hasta donde vamos, creo que no, y tampoco me interpelan las encuestas que pagan y difunden, puede ser una limitación mía, pero en esas estadísticas que nomás revelan gestos de manada, no noto las sustancias vitales que nos conforman.

agustino20@gmail.com

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