Jueves, 02 de Mayo 2024

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La historia se repite

Por: Gabriela Aguilar

La historia se repite

La historia se repite

Cada que escuchamos el refrán: “Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar” sabemos lo que significa: alerta. Pero parece que no a todos “les queda el saco”.

Y es que luego del terrible incidente en el que una falla en un elevador en el Hospital General de Zona 18 de Playa del Carmen, en Quintana Roo, el pasado 10 de julio, donde la pequeña Aitana de tan sólo seis años perdiera la vida, lo que debió venir como un llamado de atención para todas las instituciones del IMSS habría sido la vigilancia en el estado integral de un servicio tan necesario como los elevadores en las clínicas familiares y hospitales. En todas. Sin embargo, no a todos les llegó el mismo mensaje.

Hace unos días, en el Hospital General de Zona 89 y el Hospital General Regional 46 del IMSS ganaron titulares por incidencias en sus elevadores de servicio. El pasado 27 de julio un reporte de emergencia a Protección Civil para acudir a la Clínica 46, como se conoce popularmente, evidenció que el servicio de elevadores es deficiente, pues durante cerca de 10 minutos ocho personas -dos trabajadores del hospital y seis derechohabientes- estuvieron atrapados en ese minúsculo espacio. Diez minutos de terror. Tuvieron que descender por un plafón, ya que no hubo manera de reactivar el servicio del ascensor. 

Algo similar ocurrió con un elevador de la Clínica 89, donde tres personas fueron rescatadas el pasado 29 de julio. Por fortuna, en ninguno de los casos hubo lesiones que lamentar, pero no se puede esperar a que eso suceda para actuar al respecto. 

De acuerdo con números institucionales, el HGR 46 recibe más de mil consultas de especialidades al día, se reciben a 320 pacientes en los servicios de emergencia y de sus 12 pisos, nueve de ellos están destinados a quirófanos y cuartos de recuperación de pacientes, una maravilla en su tipo que opera ininterrumpidamente desde hace cuatro décadas y que actualmente cuenta con un solo elevador en operaciones para derechohabientes y personal. Hagamos cuentas. Las filas para que un paciente en silla de ruedas, camilleros o personal que transporta alimentos hacia las habitaciones de recuperación pueden ser de entre 20 y 50 minutos. Es inadmisible. No es posible que un hospital que presume de una operación tan maravillosa colapse en este momento por el mantenimiento de sus elevadores.

En mayo pasado me compartían un caso de cómo los pacientes que fueron sometidos a cirugías en el Hospital General Regional 180 del IMSS, en Tlajomulco, tuvieron que egresar a pie o en silla de ruedas por rampa de emergencias o bajar por las escaleras, ya que los elevadores para derechohabientes no se encontraban en operación. Personas en muletas o de edad muy avanzada subiendo y bajando por las escaleras de caracol que conectan los pisos. Y como ésa, debe haber muchas observaciones que hacer en cada clínica. 

¿Dónde se está perdiendo la atención a lo importante? ¿Quién es el responsable del buen o mal funcionamiento nuestras instituciones médicas? ¿Quién las vigila, lo sabemos? Cuando de la salud de nuestra gente se trata todo importa y no podemos aguardar hasta que una tragedia como la que sucedió en Quintana Roo nos toque para exigir un mejor estado en las instalaciones de las instituciones de salud. Todos estamos expuestos. 

Queda claro que para mantener la vida útil de nuestros automóviles debemos realizar un servicio preventivo cada cinco, diez o quince mil kilómetros, según sea el caso. Las unidades de modelo reciente, con sensores para todo, nos envían alertas -se requiera o no- para recordarnos la proximidad del servicio o de una falla, de cada uno depende atender el llamado y evitar así un percance o daño en la unidad.

Recuerdo una escena de la película “Armageddon” (Michael Bay, 1998) en donde Steve Buscemi le pregunta a Bruce Willis, a punto de despegar en la misión espacial para hacer explotar un meteorito antes de que impacte la Tierra y salvar a la Humanidad -sí, así de importante era la misión-, si se sentía seguro de ir en una nave cuyo ensamblaje realizó la empresa que ganó el concurso del Gobierno por ser la más económica de todas y no por ser la mejor. 

Ironía aparte, la realidad es lo que sucede con muchas de las licitaciones ganadas por proveedores de productos y servicios en el Gobierno de éste y de todos los países, de ésta y de todas las administraciones anteriores. Para muestra, Soluciones Integrales de Transportación Vertical SA de CV (SITRAVEM), la empresa proveedora de mantenimiento a los elevadores del hospital donde falleció Aitana, establecida en 2018, y que en 2019 recibió el contrato para dar mantenimiento a ésa y otras clínicas sin tener un amplio historial de servicio previo a ganar el contrato con el Gobierno mexicano.  

Con los dos incidentes de la semana pasada en el Estado, conviene poner “las barbas a remojar” y prestar atención a los protocolos internos en el IMSS, tanto de manejo de pacientes como de servicios, así como de mantenimiento de instalaciones antes de que otro lamentable titular protagonice nuestra conversación.

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