Hace ocho días, en estas mismas páginas, escribíamos que Andrés Manuel López Obrador pasaría a la historia como el político que con mayor necedad y perseverancia había buscado la presidencia de México, y que cuando finalmente lo consiguió tuvo la pésima fortuna de que le estallara en la manos una crisis sanitaria sin precedente, histórica, y que merced a su pésimo manejo de la pandemia, que enfocó más como un asunto político que técnico, provocaría una enorme cantidad de muertes innecesarias, evitables, y la historia lo condenaría irremediablemente por su soberbia como demagogo.Sin embargo, todo cambió en menos de una semana.No cabe duda que se trata de un político con suerte.Recordamos alguna de sus múltiples campañas buscando el poder cuando aseguraba que él era “un gallito feliz”, que salía airoso ante los embates de las circunstancias.Y más que un gallito feliz ahora resultó ser un gallito con suerte porque se dio una serie de eventos que no sólo evitarán que sea condenado con el mayor desprecio de la historia, sino que el hombre puede salir airoso y hasta con categoría de prócer si las cosas le salen bien.Nos referimos al tema de la vacuna para inmunizar frente al COVID-19.Su buena suerte empezó al ser aliado de Carlos Slim, quien en un gesto fantástico de visión y generosidad a través de su fundación decidió financiar el proceso para que la vacuna que está en sus fases finales en la Universidad de Oxford se produzca en Argentina y se envase en México, con privilegios importantes para nosotros ya que seríamos el primer país en poder aplicarla.La buena suerte siguió cuando el señor Slim decidió desaparecer de la escena pública dejando todo el mérito al Gobierno de López Obrador, que ha tenido el talento de venir manejando el asunto como un auténtico rey de la prestidigitación, de tal forma que entre si la vacuna “aparece” o “desaparece” él va sembrando en toda lo población (ojo: dijimos “toda”) la esperanza de que esta pesadilla de la pandemia y la posibilidad de resultar contagiados empiece a quedar atrás porque hay lo que nos faltaba: esperanza de que esto termine pronto gracias a la vacuna.Además, por azares del destino, y aprovechando la competencia que hay de varios laboratorios de distintos países por ganar la carrera por la vacuna, su canciller Marcelo Ebrard anuncia un precio irrisorio para la vacuna en México (entre 65 y 85 pesos) mientras que en Europa la vacuna de origen chino se espera que sea vendida si bien les va en el equivalente a más de tres mil pesos.La posibilidad de la vacuna en México se ve cercana y accesible, y sería públicamente gracias a los buenos oficios del señor López Obrador.No queda más que concluir que como político, hábil y experimentado, está aprovechando la circunstancia para terminar la faena como torero y seguramente salir en hombros.Es un suertudo este gallito feliz.
