Domingo, 28 de Abril 2024

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Otra vez Michoacán

Por: Diego Petersen

Otra vez Michoacán

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¿Cuál es el mensaje detrás de la detención, asesinato y decapitación de Cristal García Hurtado, comisaria regional de Seguridad Pública de Pátzcuaro, y de sus dos escoltas, Itzel Madero y David Espinosa, cuando transitaban por una carretera regional? ¿Qué deben entender los policías, no sólo de la sierra tarasca sino de todo el Estado de Michoacán con este asesinato? ¿Qué debemos leer los ciudadanos ante la pasividad de las autoridades estatales y federales ante un hecho de tal crueldad y simbolismo?

El mensaje para los policías de todo el país es claro: el crimen organizado es más fuerte que ellos y no hay Guardia Nacional ni Gobierno, sea municipal, estatal o federal, que los defienda. Si un policía quiere hacer su chamba, los dueños del territorio pueden detenerlo y asesinarlo en cualquier momento y no sólo eso, usar su cuerpo para mandar mensaje, decapitándolo y quemándolo.

Para los ciudadanos de a pie el mensaje es igualmente claro: los gobiernos no harán nada para defendernos. Si no son capaces investigar, llevar a la justicia y castigar a quien comete un acto de barbarie de este nivel contra una comisaria de la Policía en uno de los municipios más visibles de Michoacán y del país, tampoco lo harán por los ciudadanos.

Michoacán ha sido, tristemente, la vanguardia de los problemas de seguridad. Ahí comenzó en 2007 la famosa guerra de Calderón que, en busca de recuperar una veintena de municipios tomados por el crimen organizado, desató una crisis de seguridad pública en todo el país. Ahí nacieron las famosas autodefensas, grupos de ciudadanos organizados para hacer el trabajo que el Estado dejó de hacer y fue también el Waterloo de la estrategia de seguridad de Peña Nieto, que quiso hacer de ese movimiento social política de pacificación. El crimen organizado terminó tomando la mayoría de las autodefensas y utilizándolas para combatir a sus enemigos. La zona no sólo no mejoró, empeoró. Hoy los abrazos de López Obrador se han topado con la más espantosa de las crueldades como respuesta. Hay problemas en todo el país, es cierto, pero lo que sucedió en Pátzcuaro es simbólicamente el acto más desesperanzador y cuestionador de la política de seguridad del actual Gobierno.

Dejemos de pensar que la seguridad es un problema que va a resolver por la buena voluntad de una Presidenta de la República y en un periodo sexenal. Vamos a tardar más de una década en recuperar el país. Eso sí, exijamos de las candidatas y candidatos de todos los niveles profundidad en los diagnósticos y seriedad en los planteamientos. 

diego.petersen@informador.com.mx

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