Viernes, 19 de Abril 2024

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Ay López, que te están robando

Por: Pablo Latapí

Ay López, que te están robando

Ay López, que te están robando

De la corrupción venimos, en la corrupción estamos y todo parece indicar que en la corrupción seguiremos.

Si algo caracterizó a los últimos gobiernos federales, particularmente al de Enrique Peña Nieto, fue la grosera y ostentosa corrupción a todos niveles que le costó no sólo ser una de las imágenes, la suya, más despreciadas históricamente, sino también un descrédito a su partido político del que no ha podido recuperarse y del que tardará un buen tiempo en poder hacerlo.

La lucha contra la corrupción fue la bandera que ayudó a López Obrador a llegar al poder, de hecho, la sigue enarbolando a la menor oportunidad, presumiendo que en su Gobierno eso se acabó, que quedó atrás.

Nada más lejano a la verdad.

Y va quedando demostrado que él a final de cuentas es un viejo romántico que si bien pretende acabar con la corrupción lo está consiguiendo entre apenas los más allegados de sus allegados, porque tal parece eso de abusar de los dineros públicos es una condición casi natural de nuestra clase política.

Sigue la corrupción a todos niveles, pero ahora a todos niveles se niega.

Tal parece que no puede haber político pobre.

Y lo que pasa, y se empieza a ver en los integrantes de la 4T que suelen llamarse a sí mismos como “la causa”, es que siguen haciéndose de los recursos públicos tan o más groseramente como lo que ocurría en el pasado.

La enorme diferencia con gobiernos anteriores es que lo hacen casi bajo la protección involuntaria del Presidente: él, en su afán de auto convencerse que la corrupción no existe en su Gobierno, niega cualquier sospecha, al grado de regañar y humillar a quienes osan bajarse del barco quejándose de malos manejos como ocurrió con Jaime Cárdenas, quien estaba al frente del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado.

Es una institución nueva, creada al calor de la promesa de repartir el dinero confiscado a quienes habían robado en el pasado, pero que, según las denuncias del propio Cárdenas, sirvió para que varios funcionaros de “la causa” lo utilizaran como caja chica y dispusieran a su antojo de los recursos.

En su romanticismo, López Obrador pretende no ver que esas corruptelas existen a pesar de las fuertes sospechas de que donde hay flujo casi ilimitado de recursos,  como son sus programas sociales, mucho del dinero se va quedando en el camino, en los bolsillos de los funcionarios.

Y para rematar, difícilmente nos vamos a enterar de lo que pasa realmente y los montos que se están perdiendo, porque el estilo de López Obrador de tener todo el poder y todas la decisiones en su escritorio, gobernando con imprecisiones y ambigüedades, revuelve lo suficiente las aguas del río para que sigan ganando sus pescadores.

Hoy, el objetivo a tener bajo la López ya no es López Obrador, es su gente, que está haciendo un gran negocio a costas de “la causa”.

platapi.en.i@hotmail.com

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