Jueves, 25 de Abril 2024

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- Orgullos... y oprobios

Por: Jaime García Elías

- Orgullos... y oprobios

- Orgullos... y oprobios

Quién sabe cuál lista sea más extensa: si la de los timbres de orgullo para los mexicanos, y para los tapatíos muy particularmente..., o la de los motivos de oprobio.

Ahora mismo, resplandece la primera. ¿Cómo carambas no, si el “Canelo” Alvarez mejoró las muestras de José Becerra, el “Alacrán” Torres (tapatío por adopción aunque michoacano de origen), Jorge Vaca, e incluso Salvador Sánchez, Julio César Chávez, Lupe Pintor, Pipino Cuevas y muchos más cuyos nombres se ocultan en los polvorientos tapancos de la memoria, al unificar los cuatro títulos existentes para convertirse en el campeón absoluto de su división...? ¿Cómo demontres no, si “Checo” Pérez alcanzó la gloria, ayer, en un país en que cada automovilista se sabe un piloto de Fórmula 1 en potencia, al consagrarse como el primer mexicano que sube al pódium en el Gran Premio de México...?

-II-

Antes de esos hitos, “todos” los mexicanos compartieron el sentimiento de que les hervía la sangre -de júbilo, por supuesto: no de ira- por logros como el de Rodolfo Neri Vela al inscribirse en la historia como el primer astronauta mexicano, o reconocimientos como los Premios Nobel de Alfonso García Robles (de la Paz en 1982), Octavio Paz (de Literatura en 1990) y Mario Molina (de Química en 1995), y algunos de menor jerarquía como los Pulitzer, Cervantes o Princesa (o, antes, Príncipe) de Asturias.

Otro tanto sucedía con los galardones conquistados por Lupita Jones, Ximena Navarrete y Andrea Meza, Miss Universo en 1991, 2010 y 2021, respectivamente. O, ¡desde luego!, con los elogios que la crítica, a nivel mundial, dedicaba a las películas de Cantinflas (actor), María Félix, Dolores del Río, Katy Jurado y Salma Hayek (actrices), y Guillermo del Toro, Alejandro González Iñárritu y Alfonso Cuarón (directores); a las canciones de Juan Gabriel o José José, o a las brillantes carreras de Plácido Domingo, Gilda Cruz Romo, Ramón Vargas, Francisco Araiza, Rolando Villazón o Javier Camarena en la ópera. Etc.

-III-

Por contrapartida, están los señalados motivos de oprobio, entre los que sobresaldrían -hablemos de pecados y omitamos, piadosamente, los nombres de los pecadores- hechos tan cotidianos como masacres, crímenes, casos de corrupción y demás escándalos atribuidos genéricamente a “la delincuencia organizada”.

Colofón: estos últimos -los prietitos en el arroz... que muchas veces parecen ser más que los granos sanos- no obstan para decir, como las lagartijas de la fabulilla de Iriarte (“El Naturalista y las Lagartijas”): “Valemos mucho... por más que digan”).

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