Jueves, 18 de Abril 2024

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- Mitos 

Por: Jaime García Elías

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Un beneficio, al menos, ha dejado la pandemia: nos ha desenmascarado. Ya ofreció algunos anticipos cuando se suprimieron los ritos de Semana Santa y “La Llevada de la Virgen” a Zapopan. Si no lo ha destruido, sí, al menos, ha debilitado considerablemente el mito de que el mexicano se burla de la muerte. Proclama que “las calaveras le pelan... los dientes”, pero acata las disposiciones de la autoridad, de mantener cerrados los panteones y omitir, por esta vez, la supuesta convivencia festiva de los vivos y los muertos en las tumbas, para reducir el riesgo de contagio y las posibles funestas consecuencias.

-II-

Fue, el de ayer, un Día de Muertos atípico. Un Día de Muertos sin visitas multitudinarias en los cementerios. Un Día de Muertos sin mariachis  o tamboras “en vivo” alrededor de las tumbas; sin grabadora o teléfonos celulares, al menos, de los que salieran y se esparcieran por los aires las notas desgarradoras de “Amor Eterno”, por ejemplo, para mezclarse -en una sinfonía a todas luces infernal (grosera paradoja)- con las de “México Lindo y Querido”, “El Rey” y otras mil expresiones musicales que supuestamente habrían hecho felices a los homenajeados. Un día de Muertos en que nadie llevó flores ni se tomó la molestia de medio-limpiar floreros y lápidas antes de cubrirlas con manteles bordados para habilitarlas como mesas e improvisar en ellas un bizarro día de campo en que lo mismo se consumieran tacos de mole (fríos) que sandwiches de jamón, y los alimentos -que, en teoría, se compartían con los difuntos- se humedecieran lo mismo con tequila o cerveza que con refrescos o agua de limón.

-III-

Octavio Paz (“El Laberinto de la Soledad”) y Samuel Ramos (“Perfil del Hombre y la Cultura en México”), desde el otro lado de la frontera, habrán comprobado, sonrientes, sus teorías: el supuesto desprecio del mexicano a la muerte; su aparente familiaridad con ella; sus expresiones irreverentes, despectivas o sarcásticas, no pasan de ser poses. En el fondo, aunque no le tenga tanto respeto como el común de los mortales, le teme tanto o más que ellos. (Su devoción -de cuño relativamente reciente- por “La Santa Muerte” está en consonancia con la tendencia atávica de buscar la solución a las necesidades y problemas, en la intervención de supuestos poderes sobrenaturales).

Colofón: Se atribuye a Albert Einstein la frase de que “La estulticia humana y el universo son infinitos... aunque del universo no estoy seguro”.
 

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