Por el momento, de las declaraciones de Claudia Sheinbaum (“Milenio”, XI-15-21) en el sentido de que, más allá de los nombres de los por ahora precandidatos para la elección presidencial de 2024 -ella misma, Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal-, lo importante es asegurar “la continuidad de la Cuarta Transformación de la vida pública en México”, se desprende por su propio peso la gran interrogante: “¿Es promesa... o amenaza...?”.(“That is the question!”, diría Hamlet).-II-Por contextualizar el asunto, y por obvio que parezca, vale subrayar que de las tres transformaciones precedentes derivaron 1) la Independencia, 2) la Reforma y 3) la Revolución, con sus correspondientes consecuencias jurídicas, políticas y sociales. Los tres episodios fueron trascendentales en la historia del país y en la vida de sus habitantes. En los tres casos puede hablarse de un antes y un después. Aunque en dichos procesos hubo derramamiento de sangre -algo que, supuestamente, no sucede en el que, también supuestamente, está en curso-, en los tres se cumplió la intención de que los cambios, en efecto, sirvieran para mejorar. Nadie, desde entonces, ha propuesto que se tomen medidas para reinstaurar el régimen de la Colonia; nadie ha promovido abrogar, derogar o revertir las Leyes de Reforma; nadie querría que se reimplantara una dictadura -con todo y las bondades que seguramente tuvo- como la de Don Porfirio.Dice Claudia Sheinbaum que “el que se haya roto o terminado con el modelo neoliberal que generó una enorme pobreza, desigualdad y corrupción, es fundamental”, y sería el logro principal del proceso en curso. Faltaría probar que, aunque no se hayan erradicado por completo, sí, al menos, se hubieran reducido sensiblemente la pobreza, la desigualdad y la corrupción: algo que las estadísticas, empecinadas en desmentir el discurso gubernamental, dejan en el terreno de las buenas intenciones; no en el de la realidad.-III-Faltará ver, por otra parte, si de las expresiones críticas y los movimientos de oposición -desde el FRENAAA de la sociedad civil hasta el “Va por México” de los partidos que se han erigido en bloque opositor- surge un proyecto, primero, que se proponga a los ciudadanos como alternativa, y un candidato, a continuación, con el carisma que tuvieron, en su momento, Vicente Fox y Andrés Manuel López Obrador -por no hablar de otras candidaturas, fallidas a la hora de la verdad- para suscitar simpatías y transformarlas en votos.Esto último, por ahora -diría el pariente-, “no más no se ve...”.jagelias@gmail.com
