Viernes, 26 de Abril 2024

"Los abismos" de Pilar Quintana

La escritora habla sobre su obra, ganadora del Premio Alfaguara 2021

Por: Gerardo Esparza

Pilar Quintana comparte su visión sobre esta que es su quinta obra literaria. ESPECIAL/C. Zárate

Pilar Quintana comparte su visión sobre esta que es su quinta obra literaria. ESPECIAL/C. Zárate

Una niña mira el derrumbe de su madre sin darse cuenta de lo que sucede. Y lo cuenta como si la caída fuera el proceso normal que todos los adultos atraviesan. Mira la depresión dentro de un cuarto oscuro, el abuso sicológico revestido de ciertos lujos, observa como el suicidio se pasea por en su casa pese a la exuberancia que la adorna. Mira los abismos y no los comprende pero los cuenta.

Pilar Quintana no es esa niña, pero le ha dado voz y la ha nombrado como Claudia, personaje central de “Los abismos”, la novela reconocida con el Premio Alfaguara 2021. La narradora ya había descorrido el velo de la maternidad y sus complejidades con “La perra”, y ahora no sólo quita todo el ornato y la parafernalia, sino que ahonda en las vicisitudes de ser madre.

Ahora hay voces disidentes, voces que dicen que las maternidades no son cómo se suponía que eran.
Pilar Quintana, escritora.

“Ahora estamos abordando el tema de la maternidad monstruosa. Lo oí alguna vez en referencia a ‘La perra’, diciendo que era una novela sobre la maternidad fallida, y lo leí en una reseña de ‘Canción dulce’, de Leila Slimani, diciendo que se trataba de lo mismo. Y me sorprende porque no se está hablando de maternidades fallidas sino simplemente de maternidad. Aún se asume a la madre como una santa que debe ser perfecta, y que si no lo es, es fallida. Y no, la maternidad tiene luz y oscuridad como todo en la vida”, señala Quintana en entrevista de manera remota desde su casa.

En algún momento de “Los abismos”, un personaje señala que si hubiera podido decidir, habría elegido no ser madre. Y esa idea permea en toda la novela como reflejo de una sociedad que no hablaba de ello. “Uno se pregunta cuántos de los hijos de nuestras generaciones somos producto de la maternidad impuesta. Yo creo que ni se hacían la pregunta de si querían o no ser madres, simplemente muchas llegaban a serlo porque era lo que se esperaba que hicieran. Fueron mujeres que de repente se encontraron siendo madres y muchas descubrieron que eso no las hacía felices”.

Además, la construcción de la voz en “Los abismos” consigue trasmitir en directo la caída de un matrimonio destinado al fracaso. Y acaso por ello la novela es un camino de nostalgia y melancolía, de un futuro que se sabe árido y sin esperanzas.

“Hay algo que me parece bien interesante y son las novelas con un personaje niño, porque se ve el mundo a través de sus ojos. Eso lo hace más brutal, el niño normaliza lo que está pasando a su alrededor y cuando lo cuenta como algo normal es aún más terrible. No es un adulto juzgando y diciendo las cosas horribles que pasó, sino es un niño contando los hechos como si fueran comunes, cuando en realidad son brutales”.

Pilar Quintana cuenta el derrumbe de una mujer a través de los ojos de una niña. ESPECIAL/C. Zárate

Cali como personaje

La ciudad es otro elemento central en “Los abismos”. Si las cosas se definen por su contrario, Cali es la exuberancia que falta en la mamá de Claudia. Y Quintana asume el riesgo de contar una historia desde lo local apelando a la universalidad de los conflictos y pasiones humanas. 

“Tenemos una naturaleza exuberante afuera y por dentro es un desierto. Tiene que ver con que soy una historia realista que le da mucha importancia a la creación del universo narrativo y a atmósfera y que en la realidad de mi país tenemos esta vegetación naturalmente. He escrito mucho sobre Cali, pero nunca le había puesto el nombre de la ciudad en mis historias. En esta empecé a hacer lo mismo y hubo un momento en que estaba forzando no decir su nombre, no era natural. La historia tenía que pasar en Cali, o en mi mirada sobre Cali, porque era una historia sobre las apariencias. Es una ciudad que se alimenta y vive de eso, es tremendamente importante la imagen proyectada hacia afuera y como te vistes, hablas y donde vives hace que seas un buen o mal caleño. Ahí entendí que tenía que ser una novela muy local, pero como decía Tolstoi, cuenta tu aldea y contarás el mundo”.

HISTORIA DETRÁS DEL RELATO

Un cuarto oscuro llamado depresión

Claudia también descubre que la depresión es una bestia que se cuela dentro de su mamá, una mujer lectora de revistas del corazón, por el amor y la pasión arrebatada, por la insatisfacción de la adultez y los deseos incumplidos. Y en ese trance, también enfatiza la importancia de hablar de ello, siempre desde la voz de una niña. Ante la pregunta cómo abordar esos temas sin caer en el cliché, Quintana señala que las revistas le sirvieron como una especie de espejo de la sociedad.

“En mi casa mi mamá leía esas revistas y creo que fueron un material literario importante. Me sorprendía mucho que en las tapas de las revistas veíamos a la princesa Diana magnífica, con las joyas de la corona y un vestido largo en un baile importantísimo y luego nos dábamos cuenta que esa imagen no se correspondía con lo que ella vivía en su vida porque era infeliz en el matrimonio, su familia política la odiaba, sufría de bulimia, era amante del profesor de equitación y el marido también la engañaba… yo quería mostrar un poco algo que estaba en los años 80: no teníamos redes pero si revistas que eran una ventana al mundo de los famosos, y esa vida era un reflejo de la clase media y media alta en las ciudades de Colombia, donde teníamos un poco de elegancia que no se correspondía con la vida puertas adentro”.

Y señala que la depresión es un tema que siempre ha estado oculto. “Mi abuelo, el papá de mi mamá era depresivo, y yo me acuerdo que mi mamá y mi tía hablaban de ello en voz baja, eso no se decía en voz alta porque no se podía nombrar. Era algo vergonzoso sufrir una enfermedad mental y era algo que la gente no debía saber, porque qué iba a pensar la gente del abuelo si sabían que era depresivo. Entonces se ponían capas para no nombrarlo”.

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