Jueves, 18 de Abril 2024

Homero Aridjis desempolva a la memoria literaria

El escritor presenta su texto más reciente, titulado “Los peones son el alma del juego”

Por: El Informador

Homero Aridjis. El autor juega con la memoria y la ficción para darle forma a “Los peones son el alma del juego”, su obra más reciente. SUN

Homero Aridjis. El autor juega con la memoria y la ficción para darle forma a “Los peones son el alma del juego”, su obra más reciente. SUN

Entre la memoria y la ficción es cómo surge “Los peones son el alma del juego”, la más reciente novela del escritor michoacano Homero Aridjis, quien decidió contar su historia y acercamiento al mundo literario a través de sus recuerdos y anécdotas que vivió junto a figuras como: Octavio Paz, Juan Rulfo, Juan José Arreola, Francisco Toledo y Carlos Monsiváis, entre otros.

Homero Aridjis, autor traducido a más de 15 idiomas y quien fuera embajador de México en Países Bajos y Suiza, por ejemplo, señala que “Los peones son el alma del juego” (publicada por Alfaguara) nace ante la idea de relatar su propia historia, pero no desde lo tradicional, sino arropado de los toques de la ficción para desempolvar aquello que vio y escuchó, de esos primeros encuentros ante un ya reconocido Octavio Paz, de cómo el ajedrez fue clave para entablar una amistad con Arreola, de cómo atestiguó los penares de Rulfo con el alcohol.

“Yo quería hacer una novela que fuera autoficción, en la que el autor es parte de la ficción o que la ficción es parte del autor. No quería hacer una autobiografía esquemática, de que me acuerdo de tal cosa, yo quería algo vivo. Los personajes que aparecen sean personas, no monumentos, sino personas de la vida cotidiana con los cuales uno puede estar en un café, con los que hay acuerdos y desacuerdos, con los que se comparte una mesa y se camina por una calle, quería que fueran presentes con la inmediatez de la vida misma”.

Un texto muy personal

El poeta y ensayista puntualiza que esta novela y las experiencias personales que se narran, huyen por completo del amarillismo y la morbosidad cuando se memoran los conflictos familiares que los grandes literatos tuvieron incluso cuando no tenían ni para pagar la renta o un café; sin embargo, recalca que autocensurarse tampoco fue su prioridad, pues cada relato se apega fielmente a lo que vivió en carne propia en aquel México de los años 60.

“Traté de no usar autocensura, de ser libre en mis relaciones con los demás. Todavía me puedo enfrentar a discípulos, fanáticos de cierto escritor o personalidad que se pueden molestar, porque trato de ser espontáneo en mostrar a los escritores como eran, como en un caso con Octavio Paz que tuvo su relación con Elena Garro, que duraron muchos años casados, pero con mucho conflicto”.

A través de “Alex”, un joven entusiasta jugador de ajedrez y convencido de su prosa para triunfar en la poesía, Homero Aridjis comienza su propia historia en el momento exacto que llega por primera vez a la Ciudad de México, en donde entonces se concentraba todo el quehacer cultural, político e intelectual, por lo que la novela también va reconstruyendo la esencia del México que despertaba ante el siglo XX.

Homero Aridjis explica esa constante incertidumbre de desconocer quién es y cómo reacciona el lector final ante una novela como “Los peones son el alma del juego”, al considerar que el contexto de cada lector, si vivió la misma época, si conoce por terceros a los protagonistas o si los desconoce por completo, determina su sentir ante lo que lee.

“El lector para mí me queda anónimo, porque alguien puede acercarse -a la obra- de buena manera e intención y leer, otros pueden entrar con prejuicios, otros pueden ser indiferentes porque no conocen el México del que estoy hablando. Es una novela del México de los años 60, de una ciudad que existió, que era caminable y accesible”.

JL

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