Sábado, 04 de Mayo 2024

Deja las “Ciudades desiertas” la pluma de la contracultura

Muere José Agustín, el escritor que irrumpió con irreverencia en la década de 1960 y le dio identidad a toda una generación

Por: El Informador

El escritor, ensayista y dramaturgo murió a los 79 años. EL UNIVERSAL

El escritor, ensayista y dramaturgo murió a los 79 años. EL UNIVERSAL

José Agustín, el narrador, ensayista y dramaturgo perteneciente a la “Literatura de la onda” -llamada así por la escritora y académica Margo Glantz-, que fue considerado uno de los escritores más renovadores de la narrativa mexicana en los años 60 por una literatura dotada de un lenguaje moderno, coloquial y sin censura, murió ayer a los 79 años, debido a varios problemas de salud, luego de varios días de ser reportado con pronóstico “reservado” por su hijo, el artista visual José Agustín Ramírez, quien incluso publicó fotos donde un sacerdote amigo del escritor habría acudido a darle la extremaunción.

La noticia fue confirmada por Andrés Ramírez, otro de sus hijos, quien es editor y publicó un comunicado donde expresó: “Con profunda tristeza comunicamos el fallecimiento de José Agustín, esposo, padre, hermano, abuelo y escritor devoto de la literatura y música, así como de sus lectores de cualquier edad. Se fue en paz, rodeado de su amorosa familia”.

Con la vocación en las venas

Nacido el 19 de agosto de 1944 en Acapulco, Guerrero, José Agustín aseguraba ser “Un viejo con espíritu rebelde”. En 2011, a propósito de la recepción del Premio Nacional de Ciencias y Artes 2011, en el área de Lingüística y Literatura, dijo que siempre supo que quería ser escritor y que ya escribía cuando tenía once años.

“Tardé muchos años en que me consideraran; durante mucho tiempo me veían como el escritor vulgar y jodido, pero yo seguí escribiendo, no había bronca, pero últimamente me ha ido increíblemente bien, los dos últimos años han sido pletóricos de homenajes y de festejos que me hacen”, dijo entonces.

José Agustín Ramírez Gómez fue parte de una generación de escritores entre los que estaban Parménides García Saldaña, Gustavo Sainz y René Avilés Fabila, que debían su influencia a Allen Ginsberg, William Burroughs y Hunter S. Thompson. A los que Margo Glantz llamó “Literatura de la Onda” y que Enrique Marroquín acuñó como “Jipitecas”.

Fue autor de una obra extensa y un escritor de la contracultura, ejerció la prosa, el ensayo, la autobiografía, el teatro y el guion para cine; fue colaborador de revistas y diarios, hizo radio y televisión, fue profesor invitado por universidades de prestigio a dar cursos sobre literatura.

El autor estudió Letras Clásicas en la UNAM, dirección en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, composición dramática en el INBAL y participó en el taller literario de Juan José Arreola.

Fue traductor de “Cabot Wright comienza”, de James Purdy (con Juan Tovar), publicado por Joaquín Mortiz, en 1969; de “Alucinógenos y cultura”, de Peter T. Furst, FCE, 1981; “Paraíso infernal”, de Ronald G. Walker, FCE, 1982, y “El viejo y el mar”, de Ernest Hemingway, EMU, 1986.

Fue amigo de muchos escritores y gente de cine, entre ellos Angélica María, Gabriel García Márquez, Alejandro Jodorowsky, Juan Tovar, Jorge Fons; se casó por unos meses con Margarita Dalton para poder ir a Cuba a alfabetizar gente, pero en realidad su vida la pasó con su esposa Margarita Bermúdez, con quien estuvo casado más de 55 años y con quien tuvo tres hijos: Andrés, quien es editor y escritor; Jesús, quien es neurólogo y escritor; y José Agustín, artista y escritor.

El escritor que estuvo preso en el Palacio Negro de Lecumberri, a principios de los años 70, recibió galardones como el Premio Latinoamericano de Narrativa Colima 1983 para obra publicada por “Ciudades desiertas”; el Premio Nacional de Literatura Juan Ruiz de Alarcón 1993 por trayectoria literaria y aportación a las letras mexicanas; el Premio Dos Océanos otorgado por el Festival Internacional de Biarritz (1995); el Premio Mazatlán de Literatura 2005, por “Vida con mi viuda”; la Medalla al Mérito en Artes, Ejecución Musical y Artística en 2010; y la Medalla Bellas Artes en 2011.

La caída que lo cambió todo

Cabe señalar que la salud de José Agustín comenzó a desmejorar desde 2012, cuando tras una presentación en Puebla, un grupo de jóvenes lectores subieron al templete a pedirle autógrafos, y fue tal la presión que el escritor sufrió una caída de tres metros, se rompió el cráneo y dos costillas, permaneció dos meses y medio en el hospital; el accidente lo paralizó un año y fue determinante para sus últimos años de vida… Además, lo sumió en un silencio creativo.

Agencias

Portada de la novela “Ciudades desiertas” de 1982. ESPECIAL

Lo despiden en redes 

La primicia del fallecimiento del autor generó conmoción en las redes sociales, donde seguidores y entidades culturales expresaron sus condolencias y despedidas.

La cuenta de Cultura UNAM dedicó unas sentidas palabras al escritor: “Gracias por ‘La Tumba’ y tantas joyas más. Gracias al siempre joven Jefe de la Onda. Se le va a extrañar un buen. Que descanse en paz y que el rock siga sonando”.

La secretaria de Cultura, Alejandra Frausto, también se unió a los lamentos, destacando la rebeldía con causa del autor: “José Agustín, rebelde con causa, de afable desenfado y brillantez infinita. Extrañaremos tu extraordinaria pluma que alimentó todo: literatura, teatro, música, cine”.

Libros UNAM eligió citar una frase de la obra “La Tumba” para despedir al escritor, resaltando su impacto: “Miré hacia el techo: un color liso, azul claro. Mi cuerpo se revolvía bajo las sábanas. Lindo modo de despertar, pensé, viendo un techo azul”. La institución expresó su deseo de que José Agustín viva por siempre en ese “azul claro” que él describió, y envió un abrazo a su familia y lectores.

El Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura rindió homenaje a José Agustín recordándolo como una figura polifacética: guionista de cine, traductor, dramaturgo y crítico de rock. Destacaron su galardón con el Premio Juan Rulfo para Primera Novela y subrayaron la importancia de sus obras para las nuevas generaciones de lectores, considerándolo un referente vital en la literatura contemporánea de México.

Las redes sociales también se llenaron de mensajes de admiración y agradecimiento de sus seguidores. Una usuaria, Didí Gutiérres, destacó la faceta paternal del escritor, afirmando: “La forma en que se despidió de a poco, rodeado por su familia, me reveló otra faceta valiosísima de José Agustín: no sólo es uno de nuestros padres literarios, sino que fue el adecuado para sus hijos. Gracias por su contribución en todos los ámbitos, señor escritor”. 

Otra seguidora expresó su gratitud: “Haber leído ‘La tumba’ cuando tenía 20 años fue quizá el mejor ritual de inicio para esta lectora que sueña con escribir así. Gracias por eso, gracias por todo José Agustín”. 

La “Literatura de la Onda”

José Agustín es considerado por expertos como uno de los precursores del movimiento literario “Literatura de la Onda”, el cual surgió en México a mediados de los años 60, y estuvo conformado por jóvenes escritores que pretendían un rompimiento con el sistema y con la escritura tradicional de ese momento.

En sus temáticas se encontraba un desacuerdo con los regímenes autoritarios. Su forma de manifestar sus posturas fue la literatura, pero de una forma irreverente y poco convencional. Entre sus temas desarrollados se encontraba la guerra de Vietnam, el sexo, las drogas, la música rock y la marginación.

El término “Onda” proviene del título “La Onda: Onda y otros relatos”, de José Agustín.

Cabe señalar que, pese a que diversos escritores señalaron a José Agustín como el creador de este movimiento, fue el mismo escritor quien aclaró que el término fue idea de la escritora Margo Glantz: “De ese término yo no soy responsable, Margo Glantz fue la que le puso así”, aclaró en una entrevista con Silvia Lemus.

Otros miembros de la “Literatura de la Onda” son René Avilés Fabila y Parménides García Saldaña; este último es considerado el representante principal del movimiento con su novela “Pasto Verde”.

De la tinta a la pantalla

José Agustín incursionó en la cinematografía mexicana donde participó como guionista y director.

El escritor trabajó como actor en la película de 1985 “De veras me atrapaste”, dirigida por Gerardo Pardo, pero, de acuerdo con los críticos del cine, su mayor participación en la industria la tuvo como guionista.

El escritor debutó con “Alguien nos quiere matar” (1970), dirigido por Carlos Velo. En esta obra, colaboró en la creación del guion junto a Fernando Josseau, Raúl Zenteno y el propio Velo.

En la obra participó la reconocida actriz Angélica María, quien también actuó en “Ya sé quién eres (te he estado observando)” (1971), cinta que representó la incursión de José Agustín como cineasta. En la cinta “5 de chocolate y 1 de fresa” (1968) compuso las letras de las canciones de la película.

En 1979, Agustín se unió con el director Miguel Littin para adaptar al cine “La viuda de Montiel”, una novela de Gabriel García Márquez que cuenta la historia de una mujer que viaja en un tren junto a su hija.

En 1991 se realizó la película “Ciudad de ciegos”, dirigida por su viejo colaborador Alberto Cortés. Una vez más el escritor participó en el guion junto a Hernann Bellinghaussen, Alberto Cortés, Marcela Fuentes-Berain, Paz Alicia Garciadiego y Silvia Tomasa Rivera.

Pasaron varios años, pero en 2011 José Agustín volvió al cine aunque de una forma más indirecta. El director y guionista Jesús Magaña Vázquez se encargó de adaptar la novela “Abolición de la propiedad”.

CT

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